Por: Lalo Porras Ortiz.
Otra de las grandes mentiras de YSQ.
En medio de un panorama donde la agricultura mexicana enfrenta desafíos monumentales, el que está a unos meses por salir ha optado por una ruta que hiere de muerte a los cimientos mismos de nuestra economía y nuestra soberanía alimentaria.
Mientras los agricultores mexicanos luchan contra la adversidad, enfrentándose a la escasez de recursos y a la inclemencia del clima, el gobierno parece dedicar sus esfuerzos a galardonar a sus amigos extranjeros mientras castiga a los productores nacionales.
Hace poco anunció de la eliminación de 24 apoyos indispensables para los agricultores mexicanos es una bofetada a la cara de quienes sostienen la base de nuestra economía.
Estos apoyos, lejos de ser meros caprichos, representan la diferencia entre la subsistencia y la ruina para muchos de nuestros productores agrícolas.
Desde subsidios para la compra de semillas hasta programas de asistencia técnica, desapareció la cobertura de productos agrícolas, que era una protección contra la caída de precios de los cultivos, representaba un incentivo para la administración de riesgos y estaba orientado a proteger el ingreso de los productores. Lo anterior robustece la percepción social, acerca de que el gobierno está despojando a los agricultores de herramientas fundamentales para su supervivencia.
Mientras tanto, en un acto de desdén flagrante hacia nuestra propia gente, el gobierno encabezado por Andrés Manuel optó por premiar a sus amigos cubanos con tractores e insumos agrícolas destinados a la dictadura cubana, para someter a campesinos cubanos de las provincias occidentales de Artemisa y Mayabeque de Cuba, para propagar ese narcisismo patético del presidente mexicano, encarnado en ese programa denominado sembrando vida el cuál no toma en cuenta la amplia biodiversidad ni las diferentes técnicas milenarias que existen en México y en consecuencia, lo que dicho programa ha fomentado es solo la deforestación y debilitamiento de la organización comunitaria, sin embargo.. ¿Cómo es posible que mientras nuestros agricultores se enfrentan a la pérdida de sus medios de vida, el presidente priorice regalos a una nación extranjera?
Esta infame acción no solo es una bofetada a la cara de los agricultores mexicanos, sino también un atentado directo contra nuestra soberanía alimentaria y nuestra constitución.
La inconformidad social está alcanzando niveles alarmantes, y no es para menos.
La decisión del que ya se va el de sacrificar los intereses de los agricultores nacionales mientras protege a delincuentes y abandona a quienes producen más de lo que consumen en México es una afrenta a los valores fundamentales de justicia y equidad, ¡aaaaah mientras se protegen los supuestos derechos humanos de los criminales!, se ignoran las necesidades básicas de quienes trabajan arduamente para alimentar a nuestra nación.
La situación es aún más grave cuando consideramos el contexto global.
En un mundo donde la seguridad alimentaria es una preocupación cada vez más apremiante, México no puede darse el lujo de descuidar a sus agricultores eliminando los apoyos al campo y tolerando la opresión a agricultores mediante el cobro de derecho de piso por parte del crimen organizado.
Lo cual denota que el proyecto de nación cuyos efectos propagandísticos por parte del gobierno de López Obrador es tan deficiente y miope, que no comprenden que la dependencia de la importación de alimentos es una vulnerabilidad que puede exponer a nuestro país a graves riesgos en el futuro.
Las manifestaciones en Estados como Sinaloa, Baja California, Chihuahua, Jalisco y Sonora son solo el eco de una crisis que se extiende por todo el territorio nacional.
Los productores se movilizan exigiendo precios justos y apoyo gubernamental real. Sin embargo, sus reclamos caen en oídos sordos, en “líderes”oportunistas, mientras el sector agrícola enfrenta pérdidas económicas y la población en general sufre las consecuencias de una economía regional en declive porque consume más de lo que produce, lo cual se refleja en deuda, por lo que respecto a la paridad del peso frente al dólar, la sobrevaloración del peso solo fomenta las importaciones que nos someten al consumo vía importaciones, sin embargo desde hace más de una década en nuestra frontera sur, necesitamos más de dos pesos para comprar un quetzal Guatemalteco, de ahí el atole con el dedo del presidente, al hablar de un peso fuerte, lo cual es relativo en tanto que nuestro peso representa deuda, así, si un connacional manda un dólar a su familia en México, recibe menos pesos sobrevaluados respecto a su paridad, pero devaluados respecto al poder adquisitivo del consumo interno, lo cual no es sano, a menos que el incremento habitual de las divisas, atiendan a una especie de lavado de dinero bajo un esquema hormiga.
Las comentarios de los afectados son claras: la situación es desesperada.
El gobierno parece ignorar las necesidades del campo, dejando a los agricultores desamparados y forzándolos a recurrir a créditos para sobrevivir.
Aunque se anuncien medidas como la entrega de fertilizante gratuito, la realidad es que solo una fracción de los agricultores se beneficia, dejando al resto en la incertidumbre y el abandono.
Es hora de que la sociedad busque un cambio a una supuesta continuidad de abandono que promete la cuatrote, se requiere un nuevo proyecto de nación en el que se escuche el clamor de los agricultores mexicanos y se actúe en consecuencia.
No podemos permitir que se sigan desmantelando los cimientos de nuestra economía y nuestra soberanía alimentaria en beneficio de intereses extranjeros y agendas políticas cuestionables.
Es momento de defender a quienes nos alimentan y de exigir un trato justo y equitativo para los productores nacionales.
El futuro de nuestra nación depende de ello.
ELRESBALADEROTV
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